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viernes, 28 de febrero de 2014

Adviento 2014 y Tierra Santa





ADVIENTO 2014.

Este fin de semana son los carnavles con los que, popularmente, se da inicio al tiempo eclesiástico de Adviento, camino y preparación para la Semana Santa, en la que celebraremos los misterios de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Si me lo permitís para ello voy a remontarme a nuestros hermanos mayores, el pueblo judío, que hasta la llegada del Mesías mantuvo su fidelidad a Yavé, Moisés y los Profetas con una fe encomiable.



Pero los pueblos del desierto son pueblos duros, resistentes, tenaces. El nombre Israel procede,  precisamente, de un pasaje de la Biblia, donde el patriarca bíblico Jacob, después de luchar durante toda la noche contra un misterioso adversario, y vencerlo, provocó la admiración del mensajero divino, que lo bendijo y le cambió su nombre por el de Yisra'el, es decir, «El que lucha con Dios» (Génesis, 32:28-30).


El pueblo judío es un pueblo de origenes remotos que tuvo el atrevimiento de pactar con Yavé y fue elegido por Dios para que de él, de la descendencia del rey David, naciera el Mesias, el Salvador. 

Aquí es donde ellos y nosotros discrepamos. Para ellos el Mesías está por llegar para restituir al pueblo judío al honor que merece como pueblo fiel y elegido. Para nosotros, el Mesías ya ha llegado, cumpliéndose así las profecías. Jesús, nacido de una Virgen, Hijo unigénito de Dios y Dios mismo junto al Espíritu por el Misterio de la Santa Trindad, que se hizo hombre, compartió nuestros afanes, cansancios y dolores y murió ultrajado en una Cruz para salvarnos, como había profetizado Isaías. 



Jesú que no vino a juzgar sino a perdonar y a demostrarnos el desesperado amor de Dios que llega a mandar a su propio hijo para enseñarnos el camino, la verdad y la vida. Jesús, que como había prometido, resucita al tercer dia, instituye su Iglesia sobre la Roca de Pedro y se queda con nosotros hasta el final de los tiempos en el santísimo sacramento de la Eucaristía. Ya, gracias a él, nadie estará solo jamás porque el mismo Dios le espera vigilante, paciente y misericordioso en cada confesionario, en cada Eucaristía.

La Eucaristía no es una imagen o representación de Cristo. 
Es Cristo Mismo real y presente
. ¿Cómo actúas al pasar frente a él, señor del tiempo y de la historia, 
de la vida y de la muerte?

Pero no podemos olvidar que somos herederos de la tradición judaica, que José y María eran devotos judíos, que Jose venía de Belén, de la estirpe de David y que cumplían fervorosamente la Ley. Que María y José enseñaron al pequeño Jesús a rezar diariamente el Shemá y los Salmos, a cumplir con las limitaciones de la alimentación Kosher, a cumplir con los preceptos y bendiciones mosaicas, a respetar el Sabbath,presentar ofrendas al templo y rezar el Kadish por los difuntos. 

El, no vino a cambiar un ápice la letra de la Ley, pero sí a darle un nuevo sentido, liberador y no esclavizador del hombre. Rompió con preceptos que no respondían a la voluntad de Dios a quien no le interesan las formas sino la honestidad de corazón y armó el mayor escándalo contra el poder y los convencionalismos que, por durar, dura hasta hoy con toda su crudeza y vigencia.

Shemá Israel; Escucha Israel (Deutoronomio 6: 4...)

Por ello voy a incluir viejas oraciones judías, que nos enseñarán la devoción, el respeto y la fidelidad con la que rezan a Yavé a pesar de los sufrimientos, pogromos, persecuciones y odios que han venido arrastrando desde todos los tiempos. Pero aún así es un pueblo sabio, con un brillante sentido del humor y de la música, de la poesía y la ciencia. Espero que os guste este viaje nostálgico desde el Talmud a Cristo en un par de minutos.



El Holocausto fue su más dura prueba. Injusta, incomprensible, diabólica


Concluída la guerra, por Resolución mayoritaria de las Naciones Unidas se concede al pueblo judío la creación del Estado soberano de Israel. La votación fue angustiosa y cada sí se celebraba con una inmensa algarada. Comenzó la vuelta de la diáspora de miles de judíos de todo el mundo entusiasmados de alegría y llenos de la esperanza de poder vivir en paz y en una tierra en la que ya nunca les llamarían extraños. Volvían a la Tierra Prometida de la que un lejano día fueron expusados.


Pero la creación del Estado de Israel no les trajo la paz. Desde su constitución no han cesado los enfrentamientos sangrientos entre la comunidad judía, recién llegada, y la comunidad palestina que se sentía ijustamente desplazada y en inferioridad de condiciones frente al apoyo internacional a Israel y su superioridad militar. La ocupación de nuevos terrenos por los colonos ortodoxos y el levantamiento del gran muro divisorio por razones militares y estratégicas, no ayudó a crear un clima de entendimiento., los lanzamientos de misiles y atentados terroristas tampoco.

Comenzaron así las guerrillas, los ataques y contra ataques, los secuestros, la ocupación de terrenos, los misiles, los tanques, las matanzas de inocentes, los ataques suicidas. Todos se habían manchado las manos de sangre, de alguna manera. Todos tenían víctimas y mártires o héroes en sus familias y odio en el corazón.


El dolor y la sangre corría por la Tierra Santa y por Jerusalem (ciudad de la paz). Unos y otros habían olvidado la buena nueva que el Mesías, al que no reconocieron, les había traido hacía dos mil años, "amad a vuestros enemigos, orad por los que os persiguen........ama a los demás como a ti mismo" Encerrados en sus ritos y creencias se olvidaron que el crucificado oraba diciendo Padre NUESTRO (DE UNOS Y OTROS)


AVINU (PADRE NUESTRO)

Avinu shebash´mayim
Padre nuestro que estás en los cielos,

Yitkadash ´meja
Santificado sea tu Nombre.

Tavo malkhuteja
Venga tu reino.

Ye’aseh r’tsoneja

Sea hecha Tu voluntad,

Ba’arets ka’asher na’asah vash´mayim.

En la tierra, así también como en el cielo.

Ten-lanu haiyom lejem jukeinu.
Danos hoy nuestro pan cotidiano.

u’selaj-lanu et-ashmateinu
Y perdónanos nuestras deudas,

ka’asher solejim anachnu la’asher ashmu lanu
como también nosotros perdonamos á nuestros deudores.

Ve’al-tevieinu lidei massah, ki im-hatsileinu min-hara.
Y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del maligno:

Ki laja hamamlaja vehagevurah vehatiferet l’olemei olamim.
Porque tuyo es el Reino, y el Poder, y la Gloria, por todos los siglos.

Amein.



Con este brevísimo artículo no hemos pretendido, en absoluto, ofender ni a judíos, ni a palestinos ni a cristianos (nos guste más o menos, todos somos hermanos e hijos de Abraham).
La Historia de 2000 años, y de los acontemientos que han devenido desde la II Guerra Mundial son demasiado complejos como para pretender desenmarañarlos en una simple hoja de un Blog. Tan solo hemos tratado de recordar que nuestra fe católica se inserta de lleno en el judaismo de donde se nutre en gran parte.

Hemos referido el dolor, temor y angustia que padecen tanto los judíos como los palestinos y la necesidad de que se llegue pronto a una solución que ponga freno a tanto sufrimiento gratuito. Nadie puede vivir en una guerra continua, nadie lo merece. Se impone un diálogo desde la buena fe, la confianza, la esperanza y, sobre todo, la voluntad firme de encontrar soluciones sin temor a ser originales para ello. 

Ya es hora que Jerusalem haga honor a su nombre y sea una ciudad de paz y convivencia. Finalmente proclamo la disposición de los católicos de hacer lo que fuera necesario para ayudaros en vuestra pacificación y os ofrezco nuestras oraciones al Padre.

!! Que esta Pascua sea fecunda y fructífera para todos y la terminemos con más paz, alegría y esperanza que como la comenzamos!!!.

SHALOM, SALAM, PAX, PAZ, PACE !!!

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