El paréntesis del verano ya llega a su término y con él la prosaica realidad nos inunda los corazones obligándonos a "caer del guindo" y volver al día a día. Y en este obligado retorno no podemos ignorar la crisis financiera que nos azota, las amenazas del paro, la intervención económica, la reducción de sueldos, pensiones y derechos sociales.
Es natural que todo esto nos abrume produciéndonos una migraña social que no podemos quitarnos de encima ni con el "frenadol" que en su día hizo millonario a Mario Conde.
Es natural que todo esto nos abrume produciéndonos una migraña social que no podemos quitarnos de encima ni con el "frenadol" que en su día hizo millonario a Mario Conde.
El ingenio de los cineastas españoles, su delirante ironía, su cinismo atroz, cruel y de un humor negro de sobresaliente también supieron de estos problemas y los recogieron magistralmente en sus películas de cine. No me refiero al cine del realismo postindustrial sino al, no suficientemente reconocido, cine tradicional de humor español. Berlanga, Rafael Azcona, Sainz de Heredia, Manolo Morán, José Luis López Vazquez, Agustín González, Garisa, Gracita Morales, Sazatornil, Rafaela Aparicio, Juanito Navarro, Fernando Fernán Gómez, Totó, Pablito Calvo, Joselito, Laly Soldevilla, Fernando Guillen, Pepe Sancho, María Asquerino, Aurora Bautista, Lola Lemos, Alfredo Landa, Manuel Alexandre, Paco Martínez Soria, María Isbert, Tony Leblanc, Fernando Rey, Andrés Pajares, Fernando Esteso, Carmen Sevilla, Emma Penella, Julia caba, Lina Morgan, Concha Velasco, Marisol, Rocío Durcal, Hnas Gutierrez Caba, Mary Carmen Ramirez, Florinda Chico, Amparo Soler Real, Luis Escobar, Luis Ciges, Antonio Ferrandis, Mary Samper etc, etc. desfilaban por nuestras pantallas haciendo eso tan difícil que se llama humor y consiguiendo que nos riésemos de nuestra propia sombra. Eran directores, guionistas, actores y actrices de raza y pura sangre que toreaban a la censura, como dice mi maestro y amigo taurino de Tarazona, Juan Ruiz, "engañando pero sin mentir".
Eran tiempos duros de blanco y negro, pero donde no faltaron sus luces y los focos de las estrellas de unos cineastas y actores que en otro país hubiesen gozado de una holgada situación económica, es decir, fortuna de no te menees, y de un incuestionable prestigio, premios, estatuas con óscar de oro incluido. Aquí, por el contrario, en este país tan de Caín, tan olvidadizo de los suyos, tan poco agradecido y generoso con sus talentos, el único óscar que se les dio fue, probablemente, el de los embutidos Oscar Mayer con sabor a longaniza.
Por eso, frente a la crisis que nos deja sin habla y sin esperanza, frente a los políticos de hoy en día que nos mienten con el mayor de los descaros y con la absoluta impunidad de quienes tienen la sartén electoral por la mano, frente a banqueros que abusan de los ancianos ahorradores con sus "preferentes" y encima les echan de sus casas por impago, solo nos queda volver a lo castizo, a la resistencia pasiva con ese humor lacerante que se clava en el enemigo como una lanza afilada que le deja sin respiración, y en evidencia, para mofa y escarnio del "respetable".
Rindo aquí, por ello, mi homenaje más sentido a todos esos cómicos (no he podido citar a todos, espero que me perdonen) que a los ya cincuentones nos hicieron reir, por no llorar, de una forma entrañable pero atroz y, sobre todo, humana, que es lo que carece el cine de hoy..
Y volviendo a la Crisis, este es el remedio que vuelven a ofrecernos los gobiernos; ¿Nos lo creemos?