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domingo, 25 de agosto de 2013

ATENTADO CONTRA MONASTERIO CATÓLICO EN BELÉN

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Hace tan solo dos días el Monasterio de las Monjas de Belén, San Bruno y la Asunción de la Virgen en Belén (Israel) sufrió un atentado que se ha atribuido a los extremistas e integristas judíos. Arrojaron contra ellas un cóctel molotov que no causó víctimas personales pero sí desperfectos materiales y económicos en una Comunidad que, de por sí, vive en pobreza y con escasos recursos económicos . En el exterior del monasterio hicieron pintadas exigiendo la expulsión de los "gentiles".

A la vista de estas actuaciones, resulta cada vez más patente que ningún pueblo ni nación tiene el monopolio de la atrocidad y la barbarie.
Quienes estamos especialmente vinculados a esta familia monástica y a su comunidad de laicos en el mundo recibimos la noticia, no con indignación, sino con dolor, tristeza y preocupación. Las hermanas en Belén, no hacen política ni proselitismo, se limitan a rezar por la paz y la concordia entre las diferentes comunidades religiosas que comparten Tierra Santa y donde, para escándalo de todos, parece un sueño inalcanzable la paz. Su monasterio está abierto a cualquiera, no preguntan, ni tu credo religioso ni político, no les importa tu raza, tu color o tu estatus social. Todos tienen cabida. Su altar lo preside la Menorá judía y en su ritual y cantos utilizan tanto el árabe como el hebreo.
No nos cabe ninguna duda de que este acto vandálico, injustificado, injusto y absurdo también ha dolido a nuestros hermanos mayores en la fe (los judíos de bien). Está claro que su propósito es el de enzarzar y tensionar a las diferentes comunidades religiosas con el fin de desencadenar una reacción en cadena de violencia religiosa, anacrónica, a todas luces, en nuestros tiempos. No lo van a conseguir. Ya se les ha perdonado de corazón "porque no saben lo que hacen". No hay nada que justifique una guerra ni un atentado terrorista. Mucho menos cuando el motivo que se invoca es de carácter religioso. Cuando una bala homicida alcanza su objetivo y cae desplomado un hombre, una mujer o un niño, sobran los discursos y las escusas. Cuando un hombre es asesinado se extingue un universo y  toda la cadena de universos que de él hubieran podido nacer y desarrollarse. Dice el escritor católico Thomas Crown que " él no teme a los que piensan distinto, sino a los que compartiendo sus mismas creencias no respetan a los que piensan distinto."
El escritor judío David Grossman sintetiza a la perfección lo que se está viviendo entre judíos y palestinos, por eso voy a dejar que sea él mismo quien lo exprese;
  • "La guerra, los ejércitos, los gobiernos y , el extremismos religiosos siempre intentan emborronar los matices que constituyen la singularidad personal e individual, el milagro único de cada ser humano, convertirá los individuos en masa, en populacho, para que se ajusten más a los objetivos y a la situación".
  • "En cuanto conozcamos al otro por dentro - aunque ese otro sea el enemigo - ya no podremos ser totalmente indiferentes a él. Algo en nuestro interior está en deuda con él o, al menos, con su complejidad. Nos resulta más difícil negarle, ignorarle como si fuera "no humano". Ya no podremos desentendernos, con nuestra habitual facilidad y habilidad, de su dolor, su legitimidad, su historia".
  • "......entonces seríamos capaces de comprender......(..) que esos enemigos mitológicos, amenazadores y demoníacos, solo son personas tan asustadas, torturadas y desesperadas como nosotros".
  • "En su fuero interno, nadie ignora cuándo comete una injusticia o participa de ella. En el fondo del corazón de cualquier "ser racional" y sano de espíritu, hay un lugar en el que no puede desentenderse de sus actos ni de las consecuencias de los mismos".
En el mismo sentido Vivien Spitz (mecanógrafa en los juicios de Núremberg) decía "Nacidos en libertad y dueños de nuestros actos, conocemos de forma innata la diferencia entre el bien y el mal".
Cada día son más numerosas las muertes de inocentes por las guerras económicas y de poder. La imagen de miles de niños muertos por las bombas químicas en Siria, hace unos días sigue partiéndonos el corazón. Junto a ello también ha aumentado exponencialmente la persecución y el asesinato de católicos en muchas partes del mundo y su martirio no puede ocultarse más aunque los medios de comunicación pretendan silenciarlo. Ahí está la gran diferencia. No todo es lo mismo. Hay personas que son capaces de matar por sus ideas. Pero hay otras, más dignas, que renunciando al odio y a la violencia, son capaces de morir por su fe. Esa es la diferencia entre un asesino y un mártir. Entre un fanático criminal y un santo.
Hoy ya no se puede mirar hacia otro lado, no se puede dejar que los violentos, los fanáticos, los asesinos, dirijan nuestro mundo. "Quien ante este genocidio calla se hace cómplice del asesino. Quien no condena asiente" Zofra Kosak-Szczvoka
Mientras tanto, en mitad de un conflicto bélico y político que ya se ha cobrado demasiada sangre inocente, que ya ha causado demasiadas heridas irreparables y atroces como para olvidar, el perdón y el diálogo son el único camino para la paz. Por eso están las Monjas de Belén, San Bruno y la Asunción de la Virgen en Belén y por eso se van a quedar, como siempre han estado, con las puertas abiertas a todos, orando en silencio por todos, ofreciendo sus vidas en holocausto por todos, sin distinción. Sembrando  con su presencia silenciosa y con su oración continua, semillas de perdón, amor y reconciliación en unos campos abrasados y destrozados por tantos misiles, por tantas balas asesinas, por tantos socavones de muerte e intolerancia.
Que el Señor y Santa María les bendiga a estas Monjas y a tantas víctimas inocentes de Tierra Santa y del resto del mundo que no dejan de ser, también, "tierras santas". A los violentos ya les hemos perdonado de corazón y seguimos rezando por ellos. "Padre perdónalos porque no saben lo que hacen"


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